La primera vez que oí hablar de Maurits Cornelis Escher fue en secundaria. Tuve un profesor que nos mostró un día en clase algunas reproducciones de las obras de este artista holandés y todos nos quedamos impresionados. En 1996 asistí por primera vez a una exposición suya en la fundación Carlos de Amberes en Madrid. Diez años después volví a ver otra, esta vez en la fundación Canal, mucho más amplia y apoyada con medios audiovisuales que ayudaban a entender mejor la evolución del artista y como se habían desarrollado algunas de sus creaciones. Y curiosamente, pasados algo más de diez años he vuelto a visitar una nueva exposición de Escher en el Palacio de Gaviria.
Por cierto, estoy publicando este artículo una semana antes de que se clausure, así que si tienes oportunidad no te la pierdas. Y si vives en Madrid, ¿a qué estás esperando? Si no la visitas, es posible que tengas que esperar diez años más hasta la próxima. En cualquier caso, si acudes a la siguiente que se celebre puede que nos encontremos allí.
Un poco de historia
Dada la extensión del artículo que estás leyendo, no voy a incluir ninguna información biográfica, pero puedes consultarla en la siguiente página de la Wikipedia.
Escher dijo en una ocasión: “Con frecuencia me siento más próximo a los matemáticos que a mis colegas los artistas”. Y es que, a pesar de que sus conocimientos formales de matemáticas no iban más allá de los de secundaria, tuvo un gran interés por esta ciencia y mantuvo contacto con matemáticos de su época, dominando y plasmando en su obra algunos de sus conceptos.
Aunque la obra de Escher es muy extensa, teniendo en cuenta la temática de esta web, voy a centrar el artículo en la presentación por orden cronológico de cuatro de sus obras más conocidas basadas en geometrías imposibles. A diferencia de las ilusiones ópticas de Kokichi Sugihara, tratadas en un artículo anterior del blog, que se caracterizan por ser construcciones tridimensionales, las siguientes ilusiones geométricas están representadas sobre una superficie plana. Para estas cuatro obras Escher empleó la litografía como técnica de impresión.