En este artículo nos adentramos en un nuevo principio que guarda una estrecha relación con otro sobre el que ya hemos tenido ocasión de hablar: el principio de paridad. De hecho, en ocasiones se le conoce también como el principio de paridad de Hummer, pero para evitar equívocos y apreciar claramente sus diferencias he preferido tratar cada uno de ellos en un artículo diferente. En otro momento explicaré las razones por las que estos dos principios se complementan perfectamente cuando se aplican de forma conjunta.
Un poco de historia
Robert “Bob” Hummer (1906-1981) fue un conocido ilusionista estadounidense que se ganaba la vida haciendo magia en los alrededores de Chicago. Karl Fulves publicó una recopilación de sus juegos en el libro Bob Hummer’s Collected Secrets. La primera edición se publicó en julio de 1980 y la segunda en enero de 1981. Además de juegos basados en principios matemáticos, Bob Hummer fue el creador de un efecto llamado The whirling card, en el que una carta viaja por el aire de una mano a otra girando sobre si misma o incluso da una vuelta completa alrededor del cuerpo del mago, entre otras acrobacias.
El principio apareció en un pequeño libro del propio autor llamado Face Up Face Down Mysteries que se publicó en 1942.
Enunciado del principio
Sea un número par de cartas orientadas cara abajo, si realizamos la operación de “voltear las 2 cartas consecutivas que ocupan la posición superior y cortar por cualquier punto”, independientemente del número de veces que realicemos esta operación, el número de cartas cara arriba que ocupan las posiciones pares será igual al número de cartas cara arriba en las posiciones impares.
La acción que va entrecomillada se conoce entre los cartómagos como mezcla CATO, nombre que se corresponde con las iniciales en inglés de Cut And Turn Over, y que fue acuñado por otro ilusionista llamado Charles Hudson. En la literatura mágica a veces se usa también el término CATTO (Cut And Turn Two Over).
Sobre Bob, era el clásico nerd que vemos en las películas ochenteras. Poco atención a su look, obsesionado con sus cálculos (juegos de cartas), habilidades sociales limitadas (por eso nunca triunfó en teatro o club nocturno); El buen chico se ganaba la vida yendo de taberna en taberna y de pub en pub haciendo trucos de magia.